El Equilibrista (parte 12: La Nada que nos Devora...)

Mmm.. es curioso... casi siempre que se me ocurre aparecerme por aquí, tengo algo bien establecido en la cabeza que me permite dejar fluir el post y volverme un testigo silente de cómo mis cabras se escapan hacia las montañas... pero esta vez no...

Me descubro el día de hoy con la imperiosa necesidad de escribir algo, de plasmar lo que traigo atorado entre las cejas, entre las cuerdas vocales, entre las entrañas, entre mis quimeras mentales... sin embargo no sé exactamente lo que sea...

Tengo esa extraña mezcla que envuelve a muchos, que no somos más que esclavos del ser gris que vive por nosotros nuestra vida bajo el yugo de la cotidianeidad... eso que nos impide sacar de golpe todo lo que traemos adentro, eso que se encarga de hacer el amor exhaustivamente con nuestros pensamientos más osuros para engendrar nuestros traumas más repulsivos... ese que muta por sí solo y nos convierte en el eterno virus del cual estamos cansados y buscamos exterminar para, una vez que la muertte lo alcance, paradójicamente encontremos la vida al final de ésta...

No sé que es... ese extraño sentimiento de autocompasión, de tristeza, de tranquilidad y de la misma extrañeza de saber que realmente nada de gravedad nubla nuestra vista al cielo, esa vista que tiene que forzarse para poder ver hacia arriba...

Pero ahí está.. es probablemente una rara enfermedad.. todo a tu alrededor funciona, pero por dentro las ánimas de tu propia autodestrucción te carcomen el alma, el cuerpo, el ánimo, la motivación.

¿Qué es? ¿el ya mencionado hasta el hartazgo autosabotaje?, ¿la depresión hipocondriaca de la que somos víctimas? ¿la imperiosa necesidad de negarse a ver que la monotonía ha invadido tu existencia?

¿Qué es aquello que no nos deja respirar cont tranquilidad?, ¿Qué es aquello que no nos deja vivir en armonía, una armonía que confundimos con los cenizos ecosistemas de nuestro futuro?

El punto es que se ha vuelto todo tan bizarro: cuando poder escupir lo que traes debería ser algo muy fácil, cuando la glotonería de telarañas con la que te acostumbras a vivir debería volverse una extensa bulimia nerviosa que te dejara simplemente echar hacia afuera todo, absolutamente todo...

Es vivir medio ahogado... es vivir con el almohadón de plumas en la garganta, en las neuronas, en el corazón...

o simplemente es la cobardía que se disfraza de todo lo anterior para evitar que se produzcan las agallas suficientes para poder aceptar lo que realmente te duele... lo que realmente hace que el rastro de nuestra propia sangre a través de nuestro dharma permita a nuestros demonios volver a casa...

Al final, todo esto, todo lo que escribo, todo lo que pienso, todo lo que digo, es una mascarada de mi ser para evitar ver que, otra vez, si, otra vez, estoy en el lúgubre camino de mí mismo...