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Mostrando las entradas de septiembre, 2005

N. del B. del B.: Fin del Interludio...

Lejos, muy lejos he estado de la mente ociosa... es prescisamente ese distanciamiento de la chaqueta mental lo que me ha alejado de estas ciberlíneas. Para bien y para mal, mucho ha pasado en la intrascendencia de esta vida... algunos eventos que cierran capítulos, otros que apenas se abren a la vida, algunas alegorías de la existencia y otras bajezas del sendero... Es lo duro y a la vez hermoso de este dharma: mi rostro se deforma ante la risa, la cual se humedece desde mi ojos, que se evaporan ante mi furia instantaneamente enmudecida por el sonido de una carcajada, más retorcida que divina, y cuyo estruendo me devuelve la sonrisa... Así que, ¡¡¡alejad las nubes de preocupación mis millardos de fieles bloggeros (aja)... que he vuelto y he de reponer el tiempo perdido!!! Venga Piotr, dirije desde el inframundo: Que prosiga la sinfonía patética de este mundo bizarro...

Party Like a Rockstar

Y entre los muros del lamento, la intrascendencia del sendero, las visiones de la noche y las tormentas de emociones, hacemos un interludio para volar a la zona metálica: Mi buen brother Said no regala una reseña de lo que fue su aquelarre versión 2005 y que amenaza con convertirse en una tradición anual de orgías: Los que fueron, revivan; los ausentes, chequen lo que se perdieron en Party Like a Rockstar Mil gracias al buen Said por sus comentarios.... Antes de salir de este interludio, les comento que el C ampo de Batalla ya inició oficialmente el proceso de plasmar su cosmovisión músical... Además, DagorLad se estará colgando en la red de redes en muy poco tiempo... Esten pendientes de la barra auxiliar de este espacio...

El Equilibrista (parte 3: los corceles del apocalipsis)

Vamos a ponernos un poco divinos, locos (¿¡nooo... cuándo!?) y fatalistas (¿¡Máaas!?). Traten de ver el fin del mundo como nos los plantean las relegiones, err... las religiones dominantes... traten de imaginar que anda suelta una bestia y que desde el terciopelo escarlata en que se ha convertido el horizonte, cuatro jinetes cabalgan hacia el colapso humano... Ahora, tan adentro, y a la vez tan lejos del protagonismo de esta visión dantesca, concéntrense, no en los jinetes, sino en sus corceles... Comparen sus miradas: la locura, la frialdad, la perversidad y la sabiduria de los ojos de cada uno de sus jinetes, nada tienen que ver con sus caballos... los cuatro, con la mirada perdida... Porque, más allá de la sacrosanticidad o sacrosacrilegiosidad (¡trágate esa, Real Academia!) de estas cuatro figuras, el común con la irreverencia de los seres vivos de esta tierra, es esa... los caballos... su mirada sigue siendo vacía. Nada, ni siquiera la divinidad demoniaca o intrascendencia terrena

El Eterno Espectador de Tu Salto Hacia el Abismo

A veces la estima que tiene una persona por sí misma es muy poca... Es por ello que no parece importarnos mucho cuando de nuestro vientre se escupen palabras como "la vida no vale nada", "estaría mejor muerto", "si no pasa esto o aquello me pego un tiro" y mucho peor cuando llevamos a cabo acciones de la misma índole... Tal vez por eso el pensar en la muerte de uno mísmo provoca una cierta sensación de placer, un placer un tanto enfermizo... Sin embargo, nuestro egoísmo (sentimiento contenido dentro de todo ser sin balance), no nos permite reflexionar en la magnitud de la palabras que arrojamos o las acciones que desarrollamos, y el impacto que suelen tener en las personas que amamos. De ahí que, una de las gracias divinas que los humanos nos negamos a dejar entrar en nuestro camino, es el aprendizaje de nuestros errores... pero principalmente, el aprendizaje de los errores de los que nos rodean. No suelo pregonar mis frustraciones (excepto por estos medi