El Eterno Espectador de Tu Salto Hacia el Abismo
A veces la estima que tiene una persona por sí misma es muy poca...
Es por ello que no parece importarnos mucho cuando de nuestro vientre se escupen palabras como "la vida no vale nada", "estaría mejor muerto", "si no pasa esto o aquello me pego un tiro" y mucho peor cuando llevamos a cabo acciones de la misma índole... Tal vez por eso el pensar en la muerte de uno mísmo provoca una cierta sensación de placer, un placer un tanto enfermizo...
Sin embargo, nuestro egoísmo (sentimiento contenido dentro de todo ser sin balance), no nos permite reflexionar en la magnitud de la palabras que arrojamos o las acciones que desarrollamos, y el impacto que suelen tener en las personas que amamos.
De ahí que, una de las gracias divinas que los humanos nos negamos a dejar entrar en nuestro camino, es el aprendizaje de nuestros errores... pero principalmente, el aprendizaje de los errores de los que nos rodean.
No suelo pregonar mis frustraciones (excepto por estos medios, pero es que esto del blog es como ir al psicólogo... ¡¡¡y más barato!!!) y aun así, me provoca rabia y dolor cuando alguien a quien estimo profundamente se va más abajo de lo que yo suelo caer. Cuando alguien tan cercano a mí se agrede de manera tan espantosa y se traiciona más allá de lo que este equilibrista de la vida y las emociones puede concebir.
Agresiones semejantes a las que el día de hoy me entero que comete una persona que camina conmigo, no son para dejarse pasar...
¿Qué me queda por hacer? Estuve ahí la última vez. Estuve ahí en su paso por tiempos obscuros. Estuve ahí cuando salió del abismo... pero, por mucho que me duela, no me puedo permitir estar ahí cuando decida saltar nuevamente al precipicio.
Nada puedo hacer. Nada debo hacer. Nada quiero hacer...
Lo único a lo que me siento obligado, es a decirle a otr@s que rodeen esos abismos... que caer no es tu culpa ni es un acto repulsivo... a menos que decidas regresar al agujero por tu propia cuenta.
Pero la resaca que aquellas personas han dejado, nos obliga a los demás a desvanecer nuestros fantasmas.
Tal vez algún día yo caiga... tal vez ya lo he hecho o tal vez justo hoy me encuentro ahí... la diferencia es que ahora estoy consciente de ello.
(Jode tu vida todo lo que quieras, yo me encargaré de tratar de llevarla al máximo en tu honor. Y si un día sales, tal vez regrese... pero no seré un eterno espectador de tu caída...)