Los Enemigos de Dios
He de confesarlo: soy un hereje. La acepción directa de dicha palabra nos remontaría a álguien que "duda y se cuestiona" acerca de las acciones divinas. No creo que me lleguen a ver de rodillas dentro de una iglesia, pero tampoco creo que me vean quemándola. Dios (o lo que sea) y yo (o lo que sea) tenemos una extraña relación: yo no me meto con él y él no se mete conmigo. Es una relación mucho más sana que la de muchos otros. Y a pesar de esa distancia, dicen que soy un enemigo de Dios... Enemigo como lo es todo aquel que un maldito día se dijo a sí mismo: "¿En serio?" "¿Será cierto?" "¿Pero entonces, por qué...? Formo parte de esos Enemigos, porque decidimos que nuestras rodillas dejarían de ser parte del suelo y nuestra mirada no debería seguir clavada hacia abajo; porque Dios será un Dios, pero Humanos somos todos los demás y el miedo nunca ha sido la forma de engendrar amor, No importa que, dos mil años después, sus representantes terrenales sigan