Iron Maiden... y lo que realmente importa en esta vida


Igual que la anterior, ésta no será una reseña como tal, sino más bien una visión personal subjetiva de una noche memorable en muchos aspectos (además de ser un laaaargo post).

Habría que empezar exactamente una semana antes, la noche del 21 de febrero cuando después de un ensayo, con las cuerdas vocales calientes, y la playera empapada en sudor, estúpidamente cruzaba toda la ciudad de sur a norte con la ventanilla abajo y sin dejar de hablar con mis acompañantes. Al otro día estaba como si nada, pero el lunes en la tarde la consecuencias de semejante imprudencia eran más que notorias.

Para el martes 24 en la mañana (exactamente un año después de la visita anterior de la doncella) simplemente estaba noqueado: todo el cuerpo me temblaba, tenía fiebre, mi pecho ardía de dolor por la tos seca de perro y mi sentido de equilibrio estaba totalmente afectado... Sobra decir que no pude levantarme para ir a trabajar; sin embargo, consciente de lo que significa para este equilibrista estar enfermo de la garganta, ese mismo día visité a mi otorrino de cabecera. Me sentía muy mal, pero estaba tranquilo: faltaban 4 días para Maiden y semana y media para mi próxima presentación.

Después de una noche con un pasón legal de medicamentos encima, acompañado de un antibiótico de dosis única suficiente para levantar a una vaca, mi condición era exactamente la misma. El diagnóstico de una infección severa en la garganta que se había propagado al oído y comenzaba a moverse hacia mis vías respiratorias comenzaba a ponerme nervioso hacia la tarde del miércoles: ¿Y si sigo sin poderme mantener en pie para el sábado? ¿En verdad tendré que olvidarme de Maiden?

Tal vez con esa idea en la cabeza (más la necedad de regresar a la chamba) el jueves parecía sentirme mejor y reanudé mis rutina diaria... probablemente fue la segunda mayor imprudencia de la semana, pues enfilada la tarde de ese día, ahí estaba yo: sólo, con la oficina dándome vueltas, marcando el teléfono y pidiendo ayuda para regresar a casa, pues era incapáz de desplazarme en línea recta por mi cuenta. No sólo la preocupación de un pseudo vocalista se tornaba en un poco de miedo, sino que en verdad estaba consideradno que ese sábado 28 de febrero lo único delante de mis ojos sería aquella ventana de mi habitación a la que el sol jamás da de frente.

Viernes: desafiando la indicación médica, y secundado por el valemadrismo por las indicaciones de la receta de un "simi doctor", repetí aquella dosis única de vaca. Me podía tener en pie, el equilibrio parecía regresar pero sabía que no estaba en condiciones. La imagen de mortaja humana que me cargaba sirvió para obtener compasión de mi patrona y me mandó temprano a casa. No volvía saber mucho de ese día pues el sueño me tragó vivo por unas 8 horas.


28 de febrero: Maiden Fest

Aquel sábado 28 desperté temprano, aun sitiéndome mal, pero ya capaz de mantenerme en pié y con valor para volver a agarrar mi coche y enfilare a mi maestría. Fue entonces cuando recordé que tenía examen... así pues, con la fe a flor de piel me ví sentado delante de un pedazo de papel, soltando mis mejores debrayes dignos de este espacio y practicando nuevamente el bello arte de burlar la vigilancia docente, justo como varios años atrás (también: ¿A quién se le ocurre hacer exámenes en una maestría?). La libré pues, y con un peso menos, volví a tomar mi auto y a velocidad de camión escolar en desfile me enfilé al punto de reunión con mis camaradas.

He de ser sincero, aparte de Maiden, la única banda que en verdad deseaba ver era Ágora. los he visto unas 3 veces antes y simplemente no defraudan: Son probablemente la mejor banda de metal de México en la actualidad... desgraciadamente a la hora que los progresivos levantaban el nombre de país sobre el escenario, nosotros apenas abandonábamos nuestra ciudad natal. Lástima, será para mejor ocasión.

Así pues, en verdadero estado Zombie, llegué al Foro Sol con mis bros cuando a lo lejos se oía la potencia de Morbid Angel. La verdad es que ninguno de la comitiva se moría por los abridores, así que aprovechamos para darnos una vuelta por el tianguis. Aun así la avanzada de carnales que sí los vio coincide en que estuvieron de poca madre.

Cuando Atreyu se armaba de valor para pisar el escenario, nosotros comenzabamos a enfilarnos hacia el interior con toda calma (la verdad es que no podía ir a otra velocidad). Una parada en la mercancía ofical, otra obligada en los baños y finalmente nos encontrabamos adentro. He de ser bien sincero: lo que se oía de estos hardcoreros, no se oía mal. Vendrán las mentadas, pero la verdad es que su sonido era más amigable a mis entonces infectados oídos que Morbid Angel, los cuales son una bandota, que ni qué, pero no es mi estilo. Tampoco lo es el de Atreyu, no me verán comprando un disco suyo, pero definitivamente me parecía un buen fondo musical para chelear a gusto sin necesidad de tratar de demostrar desesperadamente que tan "True" soy y desgastar energía en mentarles todo el tiempo la madre y aventarles todo lo que pudiera... es un festival, hay de todo para todos, Get a Life...

Mientras Atreyu se despedía entre mentadas y recibía el único aplauso de la tarde (cuando bajaron su manta), el mareo me regresaba levemente. Mientras viajabamos hacia el D.F. había ideado que si me sentía muy mal, vendería mi boleto de General A y me iría a las gradas del Foro. Pero una vez que me encontraba a unos 20 metros del escenario, aun con la enfermedad, esa dejó de ser una opción. Me sentía adolorido, debil, cansado, mareado... pero todo comenzaba a opacarse ante la creciente adrenalina de saber que Maiden estaría frente a mí en unos momentos...

Saber el precio de las chelas tampoco ayudó a sentirme mejor (probablemente a nadie, 70 varos por medio litro es una bajeza) pero en fin. El sol se iba yendo mientras Carcass hacía su aparición. Son leyendas, son pioneros, son inovadores, creadores, son unos musicazos, todo ello es cierto... pero no son de mi agrado. El Grind (y derivados) es probablemente el único subgénero del Metal que no me gusta y sin importar que se haga con la maestría de estos británicos, no lo termino de digerir. He de reconocer, eso sí, que en vivo se oye mucho mejor que en estudio, y apesar de que los rumores de iced earth me emocionaban muchísimo más que la confirmación de esta leyenda, la verdad es que sí fue una buena forma de pasar media hora y aprender a respetar más dicho subgénero.

Entonces el momento estaba por llegar. Ya estaba cansado, me quedé un poco más atrás para no tener que batallar con los empujones (sería una batalla perdida) y me había predispuesto a no corear ni gritar para salir vivo de ahí... probablemente necesitaba un médico y Maiden me lo mandó: Doctor, Doctor comenzó a sonar en el foro... Era extraño estar parado, no gritar, no saltar, pero no por ello dejaba de ser mágico. La doncella apareció con su magnificencia y la locura se apoderó de las casi 50 mil almas en ese lugar.

ojo: las fotos no son de México, pero el espectáculo era el mismo


A la mitad de Aces High el clásico acomodo alcanzó la zona donde me encontraba. No tenía la fuerza para aguatarlo, y aunque la hubiera tenido probablemente igual me hubieran mandado lejos.. el caso es que entre los empujones, mi pequeño celular salió volando... "Carajo" pensaba yo. me agaché, traté de hacer espacio con mis manos, me agachaba a ciegas a tantear con el riesgo de ser pisado, pero me negaba a perderlo. No supe más del glorioso inicio de la doncella.

Sonaba Warthchild y magicamente lo senti: ¡Logré recuperarlo! Me levanté con una sonrisa. Me disponía a no perderme un segundo más cuando me di cuenta de que, a veces las señales divinas no deben ser ignoradas: llegó otro reacomodo... y volví a perder mi teléfono.

Así pues, con la doncella adelante, por un instante me fui de ahí. Como que todo se me juntó en ese momento y estaba más encabronado que nada: el teléfono, la enfermedad, el dinero de las medicinas que me hizo irme con menos presupuesto, las broncas de la chamba, las personales, el que me estuviera perdiendo el concierto... Sonaba Two Minutes to Midnight y yo me sentía más mal que en toda la semana. Aún cuando trataba de concentrarme en el escenario, no podía dejar de mirar hacia abajo, esperando ver aquel viejo telefono, esperanzado a que de encontrarlo, por arte de magia todo se solucionara.

Fue entonces cuando pasó... Adrian Smith regresaba del backstage con una guitarra doble, con un brazo con 12 cuerdas si no me equivoco, Mientras Bruce Dickinson presentaba un clásico olvidado de 1982. Al sonar los primeros acordes, yo, junto con otros miles, reconocí Children of the Damned, y entonces todo aquello más allá de lo que pasaba a 20 metros de mi ser dejó de tener trascendencia.

Toda la frustración guardada por los últimos instantes se evaporó mientras mis nervios se erizaban y no podía evitar que las lágrimas se me escaparan. "Carajo" volví a pensar, como adoro esa canción, y me resultaba más emotivo porque siempre creí que jamás la escucharía en vivo. Llegó el climax, el solo de Smith, y yo simplemente no pensaba en nada más, no podía... estaba atrapado en un orgásmo colectivo que no permitía desvíar tu atención del arte que aquellos seis individuos nos arrojaban a los miles de aforunados que atestiguabamos cómo el paso del tiempo merma, pero no vence la pasión de aquellos encima y abajo del escenario.

La nota final de Dickison fue el punto defintivo para completar el exorcismo que yo sufría. para que la doncella nos hiciera multiorgásmicos, nos golpeó sin esperarlo con otro clásico perdido: es bizarro, no me da vergüenza admitir que no podía dejar de llorar cuando Phantom of the Opera surgió de las torres de sonido, y para fortuna de mi estima, me daba cuenta que no era el único.




Y así, por 6 canciones al hilo, los ingleses no nos dejaron caer. Sonaba Powerslave (en mi opinión, creo que es una de las mejores canciones de IM) y entonces, así como anteriomente el espiral de depresión me invadía, en esos momentos entendí el verdadero valor de todo y pude ver cada uno de los detalles que hacía ese momento increíble: mi destino era estar acostado viendo una ventana, pero en vez de ello estaba en el Foro Sol, rodeado de miles de almas que vivian un noche inolvidable; la suerte y favor divino de ser testigo de seis hombres que 30 años después siguen con pasión el sueño de sus vidas; a mi lado un niño de 12 años extasiado viviendo su primer y concierto, una noche que jamás olvidará por el resto de sus días; no muy lejos de ahí estaba ese señor de gorra blanca de cincuenta y tantos años con sus dos hijos, en una emotiva competencia por ver quién estaba más emocionado; y por supuesto, el hipnótico movimiento de cabeza de miles y miles al compás del arte sonoro creado por la mejor banda de Metal de todos los tiempos.

Llegaron los clásicos, la momia gigante que me inspiró a levantar a aquel chavito junto a mí para que viera en todo su esplendor la grandiosidad que la doncella nos brindaba, The Evil that Men Do que me hizo romper mi promesa de no corear por salud. y el gran finale, Sanctuary, que sólo me hacia pensar que, aun cuando el boleto valió más de 600 pesos, las cosas mas hermosas de la vida Sí son gratis...


llegó el momento de salir, encontrar a mis camaradas perdidos y regresar a casa. La doncella me acaba de dar una lección de humildad y de valoración que no debo olvidar.

En conclusión: fue una noche perfecta...



Por cierto, (y siguiendo con las grandes lecciones) caí en cuenta de un detalle: mientras buscaba mi teléfono, de repente, al verme agachado, la gente a mi alrededor, se detuvo, dejó de brincar, álguien me preguntó que si estaba bien, que qué se me había caído, y por unos instantes se privaron de su propia emoción por solidarizarse conmigo. Algunos no dejaron de ayudarme a buscar hasta que yo mismo, consciente de que no quería robarles esos momentos, les dijé "ya déjenle, ni modo, no hay bronca, gracias"... soy el primero en criticar los defectos que tenemos como metaleros, pero en verdad, quisiera saber cuánta gente haría eso en un concierto de Madonna...

No me atrevería a afirmar si este fué el mejor concierto que he visto de Iron Maiden. Simplemente no puedo, cada uno ha significado algo especial para mí. Soy un fan muy extraño de la doncella: los conocí apenas en el 96, mi primer disco y también mi favorito es The X Factor, idolatro a Blaze Bayley tanto como a Bruce Dickinson, me gustan canciones que no son tan populares, incluso sobre algunas legendarias; adoro su música del siglo XXI tanto o más que muchos discos clásicos y no puedo esperar a verlos nuevamente con una gira "normal" tocando lo más nuevo.

Hubiera querido hacer una reseña más concisa, más imparcial, pero lo que me llevé de esa noche no fué solo la música... tal vez porque no es sólo musica, tal vez la doncella no se trata de la pirotecnia, tal vez es cuestión de entender que tras 30 años, las cosas realmente importantes en esta vida pueden entenderse en una noche con Iron Maiden, o tal vez Maiden es parte de una definición más grande y hermosa... pero entonces ¿Qué es?


Al final, como dijera un gran filósofo: Maiden... es Maiden.